La productividad en nuestro trabajo depende de una buena alimentación y buenos hábitos
| Daniela Bauer | danielabauer@esmaile.es|
Toca cuidarse y todo el mundo o ha vuelto de las vacaciones o disfruta de septiembre del descanso en la recta final del verano. En Esmaile nos hemos puesto manos a la obra.
Entre que todavía hay calor, hemos regresado al trabajo o estamos pendientes en pleno descanso del ordenador, la productividad suele decaer con frecuencia debido a la fatiga o a la astenia, que no es sólo primaveral. La astenia afecta con mayor intensidad a las personas que tienen más dificultades para dormir, algo que ha sido más común en este caluroso verano. Este calor produce un cansancio constante en muchas personas, y les afecta directamente a su rendimiento, haciendo más difícil aguantar las jornadas de trabajo aunque sean intensivas.
Una forma de aligerar esta sensación de decaída y aumentar la productividad es la alimentación, ya que hay ciertos alimentos que aumentan la sensación de pesadez cuando hace calor. Con esta problemática en mente, Miguel Navarro, CEO de Salud Feroz, la escuela online de alimentación, entrenamiento y bienestar emocional y Ana Montes, Directora Clínica de Salud Feroz, han creado 8 consejos para mejorar la alimentación y la productividad :
1. Aumentar el consumo de frutas y verduras. Este tipo de alimentos son ricos en vitaminas, minerales y antioxidantes que son beneficiosos para que cualquier persona pueda tener más energía. Es imprescindible procurar incluir una gran variedad de colores en cada plato para asegurar la obtención de una amplia gama de nutrientes.
2. Eliminar el consumo de carbohidratos simples. El consumo de cereales como el trigo, el arroz, la avena, las harinas, pan, pasta, pizzas, empanadas, dulces, refrescos, cervezas o cualquier otro alimento que tenga un alto índice y una alta carga glucémica, desestabilizan enérgicamente. Son sustratos energéticos muy poco eficientes. Inicialmente dan un subidón mientras los comemos, pero después la alta liberación de insulina que se da para regular la glucemia en sangre hace que muchas veces caigamos por debajo de los rangos de normalidad, entrando en cuadros de hipoglucemia, que se representan por sensaciones de mareos, sueño, agotamiento, de necesidad de volver a comer, náuseas, etc.
3. Evitar la comida entre horas. Esto puede conducir a una disminución de los niveles de energía. El mero hecho de hacer la digestión tiene gasto energético, y no es poco, porque no solamente trabaja el intestino, sino también otros sistemas fundamentales como el inmunitario, que se activa de manera fisiológica tras las ingestas para procurar que no penetren dentro de los vasos sanguíneos, microbios que puedan generar infecciones. Este sistema inmune gasta mucha energía, si cada 2 o 3h picoteamos, nunca descansan, y por ende se generan desregulaciones que producen malas absorciones, intolerancias, síntomas digestivos como ardores, digestiones pesadas y problemas en la evacuación, entre muchos otros.
4. Limitar el consumo de alimentos procesados y azúcares refinados. Los alimentos ultra procesados y los azúcares refinados suelen ser bajos en nutrientes y pueden causar picos de energía seguidos de una caída brusca, además de venir cargados de muchos aditivos que desestabilizan nuestra salud intestinal y celular, generando muchos de ellos fallos en nuestro material genético. Lo mejor es tomar alimentos frescos y naturales siempre que sea posible.
5. Controlar las sensaciones de hambre y saciedad. Algo muy importante es identificar estas dos emociones con claridad. El exceso de alimentos crea una sensación de pesadez y de poca energía proporcional a la actividad digestiva que realicemos. Es por ello que algo que te permitirá identificar con más claridad esta saciedad es comer más despacio para que el cuerpo tenga tiempo de registrar que se está ingiriendo comida y por consiguiente liberar leptina, la hormona que se encarga de darnos la sensación de saciedad.
6. Distinguir el hambre real del hambre emocional. El hambre emocional es la sensación de enfado que se produce cuando han pasado varias horas y no se ha comido nada. El hambre real es un tipo de hambre que permite esperar para comer, que incluso de tenerla no hay una necesidad de comer algo en específico, sino que permite comer algo que no apetezca tanto. Por ejemplo, si por la mañana apetecen un café y unos bollos, alimentos totalmente hedónicos, es probable que sea hambre emocional. Es muy interesante aprender a hacer estas distinciones para alimentarte con más conciencia y de manera saludable.
7. Beber suficiente agua. La deshidratación por calor es uno de los motivos que producen esta fatiga veraniega, por esto es tan importante mantenerse siempre bien hidratado. Beber agua regularmente a lo largo del día es fundamental, y por supuesto evitar el consumo de bebidas azucaradas, gasificadas o alcohólicas.
8. Planificar las comidas. Preparar las comidas con anticipación ayudará a tomar decisiones más saludables y evitará recurrir a opciones menos nutritivas en los picos de hambre. Es preciso intentar incluir una combinación equilibrada de proteínas magras como el pescado, marisco y la carne, carbohidratos saludables como los tubérculos, verduras y frutas y grasas saludables como los huevos, el aguacate o el aceite de oliva en cada comida.